© Shutterstock.com / connel
Facilitar y gestionar la movilidad en las ciudades y áreas metropolitanas es un reto ya de por sí complicado que este año se ha visto agravado como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, especialmente las zonas urbanas, donde desplazarse y a la vez mantener las distancias físicas resulta difícil.
Las medidas de confinamiento, el teletrabajo y las restricciones de los viajes han tenido múltiples impactos sobre la movilidad diaria. Los datos provenientes de aplicaciones de telefonía móvil mostraron una reducción drástica del movimiento de ciudadanos durante el estado de alarma. Inicialmente se fomentó el uso de coches y motos para mantener la distanciación física. Las formas de transporte activo, como por ejemplo ir en bicicleta y andar, aumentaron notablemente en las ciudades, mientras que el uso del transporte público se derrumbó. Una vez acabada el confinamiento, el nivel de recuperación de los patrones de movilidad ha estado variable, según el modo de transporte. Así, si bien el uso del vehículo privado se ha recuperado hasta niveles próximos a los de antes de la pandemia, otros usos, como por ejemplo el transporte público, continúan sufriendo reducciones dramáticas.
Los vínculos entre la COVID-19 y la movilidad urbana ofrecen oportunidades para obtener beneficios inmediatos y a largo plazo para la salud. Diferentes sectores pueden trabajar juntos para mantener bajo el uso del vehículo motorizado privado, restablecer la confianza en el uso del transporte público y promover el transporte activo para conseguir una sociedad sostenible, equitativa, habitable y sana.
¿Cómo afecta la COVID-19 a los riesgos de salud asociados a la movilidad?
La relación entre salud y movilidad está muy demostrada y tiene múltiples dimensiones. La planificación urbana centrada en el coche constituye la principal fuente de contaminación atmosférica y acústica y también contribuye a efectos de isla de calor, al sedentarismo y a la carencia de espacios verdes.
Contaminación del aire
Los altos volúmenes de tráfico motorizado a las zonas urbanas contribuyen de manera importante a los niveles de contaminación atmosférica exterior. Estos contaminantes tienen muchos impactos negativos sobre la salud en todas las etapas de la vida.
Los niveles de contaminación atmosférica han disminuido en muchas ciudades de todo el mundo a causa de las medidas de confinamiento, la reducción de la actividad económica y la disminución de la movilidad. Sin embargo, hacen falta reducciones a largo plazo para conseguir beneficios significativos para la salud. La crisis actual demuestra que son posibles reducciones importantes en los niveles de contaminación atmosférica en las ciudades y que el tráfico motorizado es la causa principal. Por lo tanto, tenemos una oportunidad crítica para hacer cambios positivos y duraderos en salud mediante soluciones de movilidad urbana más activas, inclusivas y sostenibles.
Ruido
El ruido es uno de los factores ambientales más importantes que afectan la salud humana. En Europa, el ruido es el segundo riesgo ambiental más perjudicial. El tráfico por carretera suele ser la principal fuente de ruido urbano en Cataluña, seguido de trenes y aviones, tanto dentro de cómo fuera de las ciudades. En Barcelona, el ruido del tráfico por carretera contribuye a un 36% de las dolencias relacionadas con la planificación urbana y del transporte, convirtiendo el ruido en el principal riesgo para la salud ambiental.
El confinamiento provocó disminuciones enormes del ruido proveniente del tráfico rodado y el ruido del tiempo libre, demostrando que son posibles ciudades más tranquilas. Durante la primera semana de confinamiento en Barcelona, se registró una disminución de más de 9 dB en comparación con la media del 2019. Aun así, las reducciones a corto plazo no son suficientes para mejorar la salud, puesto que los efectos más importantes del ruido para la salud se producen por la exposición a largo plazo. Es crucial que las ciudades tengan en cuenta los impactos del ruido en la hora de planificar la movilidad para cumplir los requisitos de la Comisión Europea y las directrices de la #OMS.
Actividad física
La planificación del transporte urbano influye en los niveles de actividad física de los ciudadanos. El estilo de vida sedentario es el cuarto factor de riesgo de mortalidad mundial y se asocia con un 6% de las muertes en todo el mundo. Habilitar la actividad física es una necesidad de salud todavía más urgente durante la pandemia para minimizar sus impactos negativos. Entre los muchos beneficios de la actividad física para la salud hay una mejora del sistema inmunológico y un efecto estabilizador sobre la salud mental, dos aspectos que se han demostrado especialmente afectados por la COVID-19 y las restricciones asociadas al confinamiento. Por lo tanto, es todavía más importante tener opciones para la actividad física mediante la movilidad activa y el acceso en espacios exteriores y espacios naturales.
Durante la fase de confinamiento, la actividad física se redujo drásticamente. Según datos proporcionados por Google, el 12 de abril de 2020 las visitas a los parques habían disminuido un 89% en España en comparación con el 15 de febrero del mismo año. Por su parte, datos de Apple indican que a fecha del 18 de abril de 2020, los españoles andaban un 87% menos en comparación con el 13 de enero de 2020. Estos datos cobran una relevancia especial si se tiene en cuenta que pequeños incrementos o descensos en los niveles de actividad física pueden tener una repercusión muy importante en términos de salud pública. El documento de análisis sobre movilidad y COVID-19 publicado por ISGlobal detalla más información sobre esta cuestión.
Cómo puede contribuir la movilidad a la gestión de la COVID-19?
La movilidad urbana durando y después de la pandemia de la COVID-19 puede afectar significativamente la salud. Para #adaptar mejor a los escenarios en evolución, las medidas de urbanismo tendrían que facilitar la movilidad cotidiana. La prioridad tendría que ser promover el transporte activo y proporcionar un espacio público suficiente porque las personas se puedan mover manteniendo la distanciación física. Un mejor uso de la tecnología para gestionar la movilidad y una comunicación clara sobre las opciones disponibles de la red de transporte pueden ayudar a aliviar el miedo y fomentar un uso racional de los modos de transporte.
Esto requiere medidas proactivas y protectoras y una colaboración eficaz entre sectores y conjuntamente con la sociedad. Los planificadores urbanos y de transporte tienen un papel clave en la promoción y protección de la salud pública, facilitando la movilidad que permite a las personas satisfacer sus necesidades básicas de la manera más segura posible. Las ciudades pueden mostrar el camino probando e implementando políticas e intervenciones sociales, tácticas y tecnológicas.
Reasignar el espacio público para priorizar la movilidad activa siempre que sea posible
En muchas ciudades, la mayor parte del espacio público se dedica a carreteras. Ahora más que nunca, necesitamos este espacio para otros usos. En la fase aguda de la pandemia se produjeron descensos de entre un 60% y un 90% en el volumen de viajes motorizados que liberaron un espacio público considerable. Las ciudades tienen la oportunidad de aprovechar esta circunstancia para priorizar la movilidad activa y dedicar zonas amplias a bicicletas y peatones. Esto permitiría añadir nuevos usuarios al grupo de viajeros activos de manera segura y un número más grande de viajes entre los usuarios actuales, creando múltiples ventajas para la salud.
Andar o ir en bicicleta son las dos opciones más saludables, sostenibles y equitativas que garantizan la distanciación física. Los patinetes y otros vehículos de movilidad personal (VMP) también adquirirán mayor relevancia y requieren un control para comprender las ventajas y las limitaciones. Muchas ciudades ya han empezado a habilitar la infraestructura viaria para promover el transporte activo. Los viajes locales también se tienen que priorizar siempre que sea posible para actividades y servicios diarios. Se tendría que establecer y promover infraestructuras para los desplazamientos activos en la escuela.
Promover el uso racional de vehículos privados, taxis y servicios de vehículos compartidos
El uso del vehículo privado ofrece una solución práctica y cómoda para la movilidad con distancia física. Sin embargo, promover el uso del vehículo privado como principal solución de movilidad contra la COVID-19 comportaría importantes impactos negativos en la salud a corto y largo plazo. A corto plazo, las ciudades con un volumen elevado de tráfico antes de la pandemia lucharán para conseguir un aumento del número de vehículos en circulación y esto limitará el espacio para el transporte activo. A largo plazo, promover este tipo de movilidad para garantizar la distancia física empeorará la sostenibilidad de estas ciudades y la salud de sus habitantes.
Los servicios de taxis y viajes compartidos ofrecen una opción más flexible a las personas que necesitan el uso del coche, especialmente para poblaciones más vulnerables, como por ejemplo la gente mayor. Si se implementan de manera eficiente y coordinada con la administración local, son una opción viable que puede minimizar la necesidad de propiedad individual de vehículos.
Hacer que el transporte público sea lo más seguro posible
El transporte público es fundamental para la movilidad urbana a la mayoría de ciudades medianas o grandes. Para muchas personas, incluidos los trabajadores esenciales, el transporte público es la opción principal y la única viable económicamente para sus necesidades diarias de movilidad. Los gobiernos locales y las autoridades de tráfico tienen que trabajar plegados para garantizar un nivel de servicio suficiente y continuo.
Parte de la opinión pública ha asociado el uso del transporte público a un aumento de las tasas de infección por dolencias, o incluso culpando el transporte público de la rápida propagación de la COVID-19 a muchas zonas urbanas del mundo. Si bien es cierto que el transporte público suele comportar multitud en espacios interiores limitados y superficies compartidas que pueden facilitar la transmisión de dolencias transmitidas por los aires (por ejemplo, puertas de entrada y barras para cogerse), los datos disponibles no sugieren que haya estado así en el caso de la COVID-19. A pesar de que el conjunto de evidencias sobre el transporte público y la difusión de la COVID-19 es limitado, hasta ahora estudios hechos en Francia, Japón, Austria y los Estados Unidos no han encontrado ninguna conexión significativa entre brotes y transporte público cuando se toman medidas de prevención. En cambio, un brote en China relacionado con un viaje en autobús de más distancia posa de manifiesto el papel crucial que tienen la gestión y las medidas de prevención.
Las estrategias clave para hacer el transporte público más seguro incluyen la reducción del número de ocupantes por autobús o vagón de metro / tren, el uso obligatorio de mascaretes en todo momento y el aumento de la frecuencia del servicio y limpieza. Facilitar la combinación de modas de transporte, es decir, combinar bicicletas o vehículos de movilidad personal con transporte público, también puede ayudar a aligerar el número de usuarios a las partes iniciales y finales de los trayectos más largos.
Utilizar la tecnología para gestionar y programar la movilidad
La tecnología es un activo clave para la gestión de la movilidad que actualmente está infrautilizada. Se pueden desarrollar aplicaciones para smartphones para ayudar las personas a encontrar rutas óptimas y sugerir alternativas para evitar el hacinamiento. Por ejemplo, las aplicaciones pueden alertar la gente de calles congestionadas en tiempo real y se pueden utilizar para programar viajes de transporte público con antelación, para limitar la ocupación. También se pueden utilizar para pagos para evitar tener que tocar las máquinas de billetes a las estaciones y a los autobuses.
Cambiar los hábitos de trabajo y de compra
Ofrecer opciones más flexibles para el teletrabajo y gestionar el horario laboral ayudará a descongestionar las rutas de viaje. Fomentar las compras locales a las cuales se puede acceder mediante un transporte activo también ayudará. Las compras en linea pueden reducir todavía más los viajes individuales. Sin embargo, la entrega de mercancías se tiene que coordinar y, preferentemente, la "última milla" se tiene que hacer con un transporte activo y sostenible.
A largo plazo, más cambios políticos y estructurales pueden ayudar a garantizar que la movilidad se mantenga activa y sostenible. Esto contribuirá a mejorar la salud, el cambio climático y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por ejemplo, realizar un estudio de la ocupación y las externalidades asociadas al transporte activo y sostenible, fortalecer el transporte activo al trabajo y crear una oficina de ciclismo gubernamental al más alto nivel serán acciones relevantes y necesarias.
Recomendaciones
Carolyn Daher
Coordinadora de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)
Guillem Vich
Investigador en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)
Oriol Marquet
Investigador en el Grupo de Estudios en Movilidad, Transporte y Territorio de la Universitat Autònoma de Barcelona
Boletín: EspaiS@lut
Número de boletín: #99 - Octubre 2020
Subscripció: Alta / Baixa
Valorem la vostra privacitat
Servei de Salut Pública
Àrea de Comerç, Consum i Salut Pública
Passeig de la Vall d'Hebron, 171
Recinte Mundet
Edifici Serradell Trabal, Planta 2
08035 Barcelona
Tel. 934 022 468
https://www.diba.cat/salutpublica/
ssp.espaisalut@diba.cat