El teléfono móvil ocupa hoy una parte central en la vida de muchos y muchas adolescentes. Sabemos que pasar un tiempo excesivo ante pantallas puede incentivar la adopción de hábitos perjudiciales para la salud, como por ejemplo el sedentarismo, deficiencias nutricionales debidas a una dieta poco saludable, o bien patrones de sueño alterados. Todo esto, además, puede conducir al desarrollo de dolencias crónicas que suponen una carga pesada para el individuo y la sociedad.

Actualmente, se recomienda a las y los adolescentes no pasar más de 2 horas en el día ante la pantalla del móvil. Pero a pesar de estas directrices, la gran mayoría (70-80%) superan las recomendaciones de tiempos de pantalla recreativo (datos de los Estados Unidos y de España). Se estima que dedican unas 4 horas diarias a comportamientos sedentarios relacionados con el uso del móvil en su tiempo libre, lo cual resulta alarmante si se tienen en cuenta los efectos sobre la salud que pueden causar estas conductas a largo plazo. Así mismo, el uso creciente de estas tecnologías preocupa por como los patrones de exposición pueden impactar en su salud y bienestar mental. En esta edad son especialmente susceptibles a la exposición porque su sistema nervioso todavía se está desarrollando.

Cada vez hay más evidencias que el uso excesivo de los smartphones se relaciona con el deterioro de las funciones cognitivas y con problemas de salud mental en niños y niñas, adolescentes y adultos y adultas jóvenes. Parece ser que el uso excesivo de estos aparatos está relacionado con los mismos mecanismos subyacentes otras conductas adictivas. En particular, pueden causar una reducción del control cognitivo y el deterioro de la corteza prefrontal, implicada en funciones cognitivas superiores como por ejemplo la atención, la toma de decisiones y el procesamiento emocional.

También pueden causar una menor capacitado de experimentar placer en la vida cotidiana. De hecho, varios estudios recientes han encontrado que un uso más frecuente de los teléfonos móviles entre esta población (5-21 años) predice una mayor incidencia de síntomas depresivos y de ansiedad, así como una hiperactividad, impulsividad y falta de atención superiores, además de problemas de conducta (Lissak, Babic et al., Zinc te al., Girela-Serrano te al.).

Ya hemos dicho que la población infantil y adolescente es especialmente vulnerable a la exposición de factores externos (como el uso de pantallas o la dieta), puesto que el cerebro todavía se está desarrollando. Durante la adolescencia el cerebro vive cambios estructurales y funcionales importantes, y es cuando se refinan la conectividad cerebral y los comportamientos complejos. Del mismo modo, el gran interés que despierta el cerebro adolescente se debe al desarrollo del córtex prefrontal, que no llega a la madurez hasta los 18-20 años de edad. Esto significa que en esta etapa se acaban de desarrollar las funciones cognitivas superiores reguladas por esta parte del cerebro.

Por todo ello, ISGlobal y el grupo NeuroÈpia del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgilio (IISPV), hemos realizado un estudio preliminar para examinar la asociación entre la exposición a las pantallas de los teléfonos móviles y la salud cognitiva a través de una cohorte preestablecida resultante del proyecto WALNUTs, centrada en la población adolescente (11-16 años). A través de este estudio se han analizado datos de tiempos de exposición a la pantalla del móvil, recogidos a través de cuestionarios en varios institutos de Barcelona, así como datos de la función cognitiva de los participantes a través de varias pruebas neuropsicológicas, específicamente de atención, memoria de trabajo y de razonamiento inductivo.

En general, los resultados de este estudio sugieren que la exposición a las pantallas puede afectar la atención selectiva y sostenida en adolescentes sanos, es decir, la capacidad de atender un estímulo o actividad en concreto en presencia otros estímulos distractors, así como de atender este estímulo durante un periodo de tiempo prolongado. Además, hemos observado que una exposición tan baja como de 20 minutos en el día puede tener efectos perjudiciales en esta función de la atención de los y las estudiantes, por lo cual tal vez tendrían que reconsiderarse las directrices recomendadas hasta ahora.

A pesar de que hacen falta más estudios para acabar de dilucidar los efectos de la exposición a la pantalla del teléfono móvil en la función cognitiva durante el periodo de la adolescencia, existe suficiente evidencia sobre la asociación que hay entre el uso de smartphones, la necesidad de estimulación constante y los déficits en el funcionamiento cognitivo cotidiano como porque las autoridades sanitarias y educativas empiecen a tenerlo en cuenta.

Ariadna Pinar
Estudiando de doctorado al IISPV (grupo NeuroÈpia) e investigadora-colaboradora a ISGlobal.